Sergio Gurdián, Gestor de Servicios Patrimoniales
La continuidad generacional es un desafío para todas las empresas familiares. Es fundamental desarrollar un plan de trabajo en torno a este proceso, ya que puede determinar el éxito a largo plazo de la organización. A medida que las generaciones cambian, la empresa debe adaptarse y facilitar una transición del poder y la propiedad de manera fluida y sostenible. Reconocer los intereses de la siguiente generación, fomentar su formación y desarrollo, y contar con un plan de sucesión son aspectos clave para lograrlo.
En primer lugar, es esencial identificar los intereses de la siguiente generación, así como sus preferencias respecto al negocio. No todos los miembros de la familia tienen que participar en la gestión operativa de la empresa; algunos pueden preferir desempeñar un papel simplemente de accionistas, otros asumir roles de junta directiva y otros desearán tener roles gerenciales u operativos. Tener claridad sobre estos aspectos permite crear un entorno en el que empresa y familia trabajen juntas para capacitar a la nueva generación según el rol que deseen asumir, ya que indiferentemente del rol, todos deben recibir una capacitación acorde.
Asimismo, es crucial invertir en la formación y el desarrollo de los miembros de la familia que asumirán responsabilidades dentro de la empresa. Además de la educación formal requerida para cada puesto, es recomendable establecer un plan de carrera que ofrezca una ruta clara de crecimiento y preparación. Esto dará claridad de las necesidades de formación para acompañar a los miembros de la familia en su desarrollo y lo que la empresa familiar espera de ellos. Algunas herramientas útiles incluyen pasantías, proyectos específicos, acompañamientos e interacciones con proveedores y clientes clave, cuando el rol lo amerite. Este proceso no solo facilita la transferencia de conocimientos entre generaciones, sino que también fortalece los valores y la ética de trabajo que representan el corazón del negocio.
Por otro lado, contar con un plan de sucesión bien estructurado es fundamental y debe contemplar dos aspectos: el poder y la propiedad. En cuanto al poder, la transición debe ser gradual, fomentando la convivencia y colaboración entre generaciones. No se trata simplemente del retiro de una generación y la entrada de la siguiente, sino de un proceso de aprendizaje conjunto, con hitos claramente definidos para garantizar una transición progresiva y segura. En lo que respecta a la propiedad, es esencial establecer, mediante un documento legal, cómo y cuándo se transferirán las acciones de la empresa a la siguiente generación. Este plan debe considerar los aspectos legales y fiscales para asegurar un traspaso eficiente, así como tomar en cuenta, en la medida de lo posible, las expectativas de los miembros de la familia, definidas al inicio del proceso.
En conclusión, la continuidad generacional en la empresa familiar requiere planificación, comunicación transparente, formación y un plan de sucesión bien estructurado. Implementar estas estrategias es clave para garantizar una transición exitosa y sostenible, que ayude a preservar el legado familiar con foco en el largo plazo.