
Es fundamental conocer la diferencia entre ahorro e inversión, con el objetivo de gestionar el patrimonio de manera eficiente y cumplir los objetivos a corto, mediano y largo plazo.
El ahorro es la diferencia entre los ingresos y los gastos; es decir, el dinero sobrante que queda después de cubrir obligaciones y necesidades financieras. Este “superávit” se puede reservar para emergencias, metas en el corto plazo, o simplemente dejarlo en una cuenta de ahorro. Sin embargo, aunque el ahorro es una base sólida para construir estabilidad financiera, mantener el dinero ahorrado a largo plazo puede no ser suficiente, ya que pierde poder adquisitivo debido a la inflación; por eso es importante dar el paso del ahorro a la inversión.
Por su parte, invertir significa hacer crecer el dinero en el tiempo. Es utilizar el dinero ahorrado para adquirir activos financieros —como acciones, bonos o fondos de inversión — en procura de generar una rentabilidad. La rentabilidad se entiende como el beneficio que se obtiene de una inversión, reflejado en los intereses que recibe de forma proporcional a lo invertido.
Invertir también es conocido como “poner el dinero a trabajar”, y nos permite aumentar el valor de nuestro capital, protegiéndolo de la inflación y ayudándonos a cumplir objetivos a mediano y largo plazo.
Saber cuándo ahorrar y cuándo invertir permite elegir estrategias adecuadas para diferentes etapas de la vida, o metas, y así tomar decisiones más intencionales acerca del manejo de nuestro patrimonio.