
Un ETF (Exchange Traded Fund por sus siglas en inglés) es un fondo de inversión que cotiza en bolsa. Esto significa que se negocian en mercados organizados y su precio varía en las sesiones de estos, de manera similar a otros instrumentos, como las acciones.
Hay diversos tipos de ETF, lo cual lo convierten en un instrumento muy versátil. Se pueden clasificar por tipo de gestión: existen ETF de gestión pasiva —siendo estos la gran mayoría —, que replican un índice para obtener casi el mismo rendimiento que este; así como de gestión activa, que buscan ganarle al rendimiento de un índice, más que replicarlo. Asimismo, también se pueden dividir por clase de activo: ETFs accionarios, de bonos, materias primas, e incluso, una mezcla de clases.
Los ETFs más conocidos son los que replican al índice S&P500 de la Bolsa de Nueva York.
Entre sus ventajas, la principal es que se logra diversificar los portafolios de inversión de una manera muy accesible y sencilla, además de que los costos son más bajos que los de otros instrumentos. Esto ha supuesto una revolución en los mercados financieros desde los años noventa cuando se empezaron a estructurar, ya que es más eficiente y barato comprar pocos ETFs que comprar una gran cantidad de bonos o acciones; y se logra mayor diversificación, ya que dependiendo del ETF, pueden tener más de 100 instrumentos dentro del fondo.