Un inversionista que esté comenzando a hacer crecer su capital y no se encuentre acompañado de un profesional, puede llegar a tomar decisiones que resultan perjudiciales para los resultados que desea alcanzar. Existen personas que buscan capitalizar, por medio de inversiones, el patrimonio que están construyendo; sin embargo, no tienen el tiempo suficiente para dedicarle al estudio y atención que conlleva el mercado de capitales, lo cual les genera brechas de conocimiento. Es debido a estos factores que muchas veces les es fácil dejarse llevar por lo que hacen los demás inversionistas porque estos últimos “revelan” información del mercado que puede parecer importante.
Esta manera en la que las personas toman decisiones influenciadas por las acciones de los demás, ya sea por imitación o por seguir la tendencia del grupo, se conoce dentro de la economía del comportamiento como “comportamiento de rebaño” o “herd behavior”. Lo que, a grandes rasgos, explica este término es que, frecuentemente las personas tienden a seguir las acciones de la multitud en lugar de tomar decisiones motivadas en un análisis individual.
En 1996 Devenow y Welch[1] descubrieron que cuando los inversionistas le copian a otros, se sienten más seguros de sus decisiones. Esto plantea importantes implicaciones para los mercados financieros; sin embargo, más allá de estas implicaciones ¿qué consecuencias pueden tener en los retornos de un inversionista? Es fácil dejarse llevar por las decisiones de inversión que toma otra persona que está teniendo retornos importantes en sus inversiones, sin embargo, la misma fórmula puede no funcionar para alguien más y llevarle a no tener los resultados esperados.
Entonces, ¿qué se debe hacer para evitar los escenarios negativos? Invertir con sentido. Para hacerlo es necesario establecer objetivos propios, ya que los objetivos de cada inversionista son distintos; así que el primer paso para hacer crecer el capital es definir qué se quiere lograr y el horizonte de tiempo al que se espera los resultados de su inversión. Además, siempre es importante que las inversiones sean gestionadas con el acompañamiento de un profesional, de forma que las decisiones estén alineadas al objetivo final, les haga sentir estabilidad y seguridad, y lo más importante: se vean reflejados los resultados.
Los objetivos se establecen definiendo para qué se quiere invertir, por lo que hay que tener claro si desea preservar el capital, hacerlo crecer, o generar una renta periódica. Estos objetivos ayudan, además, a delimitar el horizonte temporal al que se va a llevar a cabo la inversión.
En la capitalización del patrimonio, generalmente se debe mantener un enfoque en el largo plazo, para lo cual, aún en situaciones adversas donde sea tentador seguir el comportamiento del mercado, se mantenga una disciplina financiera sólida. Esto implica resistir la presión del comportamiento colectivo en el corto plazo, y, en su lugar, mantenerse enfocado en la estrategia establecida en conjunto con su asesor patrimonial. La disciplina evita la toma de decisiones que pueden llegar a ser precipitadas —características del herd behavior— y tener un impacto negativo en el rendimiento del portafolio de inversión.
[1] Devenow, A; Welch, I. (1996). Rational herding in financial economics. European Economic Review, Vol. 40 Nos 3/5, pp. 603-615.