Principales tendencias de inversión en el 2025

December 4, 2025
5 minutos
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Por Leonardo Cabrera, Trader Senior de Negociación

Durante 2025, la inversión en tecnologías disruptivas como la inteligencia artificial, la automatización, el big data y la infraestructura digital se consolidó como uno de los principales motores del crecimiento empresarial. La mayoría de las compañías incrementaron de forma significativa sus presupuestos destinados a experiencia del cliente, desarrollo de ingeniería e integración de soluciones basadas en IA, tanto en sus productos como en sus procesos internos. En paralelo, las firmas de asesoría financiera también registraron un avance notable en la adopción de plataformas digitales integradas con inteligencia artificial, optimizando el análisis de datos, la gestión de carteras y la personalización de servicios.

Los inversionistas, por su parte, no solo mostraron interés en destinar su liquidez directamente a empresas tecnológicas, sino que también pusieron especial atención en aquellas organizaciones que están incorporando estas herramientas para mejorar su eficiencia operativa, fortalecer sus ventajas competitivas o generar nuevos modelos de negocio. Este enfoque permitió construir portafolios más equilibrados, con exposición tanto a la innovación como a sectores tradicionales en proceso de transformación digital.

En el ámbito de la sostenibilidad, tanto a nivel global como en términos de oportunidades de negocio, este factor continuó siendo un eje estratégico para las empresas. Las inversiones orientadas al combate del cambio climático, la transición energética, la economía circular, la gestión del agua y la protección de la biodiversidad ocuparon un lugar destacado dentro de la oferta de activos financieros utilizados para la diversificación. De hecho, en 2025 se proyectó que la inversión mundial en energías limpias, sistemas de almacenamiento y fuentes renovables alcanzaría un nuevo máximo histórico, superando por primera vez al gasto destinado a los combustibles fósiles.

En este contexto, los inversionistas esperan que los criterios ESG (ambientales, sociales y de gobernanza) adquieran un peso aún más determinante en la asignación de capital, junto con una evaluación más rigurosa de los riesgos asociados a estas variables. La sostenibilidad dejó de ser un elemento secundario para convertirse en un factor central de decisión.

Asimismo, se observaron cambios relevantes en la asignación de activos. Se registró una mayor migración de capital hacia el sector privado, incluyendo capital privado, empresas no cotizadas y fondos alternativos, así como hacia economías emergentes. Muchos inversionistas redujeron su exposición a acciones públicas en favor de activos privados, lo que amplió de manera considerable el universo de inversión disponible a escala global. Por otro lado, los flujos de inversión internacional se desaceleraron en distintos momentos de 2025, una tendencia que ya se había anticipado desde 2024, año en el que se observó una caída cercana al 11% en este tipo de movimientos.

Parte del éxito de las estrategias de inversión en 2025 radicó en la capacidad de mirar más allá de los mercados tradicionales, explorando oportunidades en empresas privadas, startups, mercados en desarrollo y vehículos alternativos. Esta diversificación resultó clave para mitigar riesgos en un entorno volátil.

Entre 2024 y 2025, la persistencia de tensiones geopolíticas, la imposición de tarifas comerciales y diversas disrupciones globales obligaron a muchas empresas a reconfigurar sus cadenas de suministro. Conceptos como el nearshoring, el friend-shoring y la adopción de tecnologías orientadas a la resiliencia cobraron un protagonismo creciente. Las inversiones enfocadas en mejorar la capacidad operativa, como la automatización, el Internet de las Cosas (IoT) y la digitalización de la cadena logística, demostraron ser especialmente valiosas en un entorno marcado por la incertidumbre y la volatilidad.

Ante un panorama macroeconómico frágil, muchas organizaciones optaron por priorizar la eficiencia operativa y la rentabilidad interna por encima de estrategias de crecimiento agresivo. La contención de costos ganó terreno frente a la expansión acelerada de ingresos. En consecuencia, los inversionistas comenzaron a prestar mayor atención a la capacidad de las compañías para generar flujos de caja sostenibles, preservar márgenes saludables y mantener una estructura financiera sólida, más allá de las narrativas de alto crecimiento.

Durante 2025, también se produjo una transformación en las tendencias de personalización, transparencia y uso de tecnología para la gestión de la riqueza. Los inversionistas se volvieron más exigentes, demandando información clara, acceso digital inmediato y soluciones a medida. Las gestoras de inversión tuvieron que adaptarse rápidamente a estos nuevos requerimientos, ajustando sus modelos de servicio y sus propuestas de valor.

Si bien hubo señales de que los flujos de inversión global no fueron suficientes para cubrir plenamente las necesidades de infraestructura en algunos mercados y economías emergentes, estos sectores lograron mantener una perspectiva de crecimiento positiva, impulsados por su potencial de desarrollo a mediano y largo plazo.

Finalmente, el concepto de “impacto” en la inversión adquirió una relevancia creciente. Ya no se evalúa únicamente la rentabilidad financiera, sino también la contribución de los proyectos y empresas a la sostenibilidad ambiental, la inclusión social y la transformación estructural de las economías. La inversión de impacto se posicionó así como un componente esencial dentro de las estrategias modernas de asignación de capital.

Este documento tiene únicamente fines informativos y no debe interpretarse como asesoría o recomendación formal. Se recomienda consultar con nuestros asesores patrimoniales antes de tomar decisiones basadas en la información aquí contenida.

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